“Sentí que la mediación la habían
inventado para mí”
Marinés Suares es más que un nombre y son más que dos palabras. Es en sí misma un monumento a la mediación, por su práctica (largamente desarrollada y destilada), por sus libros (exitosos y de constante relectura), por su enseñanza (aquí y acullá, pero siempre latiendo un conocimiento asentado) y por sus conferencias (un entretejido de ética, sabiduría y pasión). Y siempre un poco más, porque Marinés no se detiene. Incansable. Infatigable. Incandescente. Tiene toda la razón del mundo cuando dice que Nadie se hace rico como mediador, aunque ella tiene la buena fortuna de gozar y ser plena regando el jardín de la mediación, donde crece la gente más variada y siempre se trata de gente linda. ¡Cómo no creerle, si al escucharla uno constata que la sentencia en su caso aplica como anillo al dedo!
PREGUNTA. Llevas alrededor de 50 años dedicada a la mediación, ¿qué pensabas cuando empezaste sobre la mediación y qué piensas hoy? Estoy seguro que en medio experimentas un proceso de maduración fascinante…
RESPUESTA. No llevo 50 años dedicada a la mediación, hace más de 50 años que me recibí de psicóloga. Antes había comenzado abogacía, porque el mandato y lo que yo quería era ser Escribana, pero tenía 16 años y no me adapté a la Universidad de Buenos Aires. Eran años muy convulsionados en la Universidad y yo muy inmadura, así que abandoné y estudié psicología en la Universidad Católica Argentina que era, en aquellos años, una universidad chica. Durante todo ese tiempo trabajé en la Escribanía de mi padre. Me recibí de psicóloga y volví a intentar con Derecho, cursé y aprobé primer año en la Universidad de Buenos Aires y me convencí que lo que me gustaba era la psicología. Era psicoanalista…. También me formé como psicóloga social, en la Escuela de Pichon Rivière. Esta formación fue la más importante de mi vida. Me cambió la perspectiva, siento que fue un antes y un después.
P. La mediación todavía no aparece en tu vida, prosigue una búsqueda intensa…
R- No buscaba algo específico, estaba bien, pero… decidida a barrenar las olas que me trajera vida.
Gracias a un paciente que no progresaba, conocí la sistémica, me fui a Palo Alto a formarme y ahí otro cambio… mis docentes fueron Paul Watzlawick y Carli Sluzki. Otro viraje, dejé el psicoanálisis y pasé a la terapia familiar. Trabajaba mucho como terapeuta familiar. No pensaba abandonar nunca esa profesión, disfrutaba de mi trabajo.
Comencé a interesarme por la mediación con mi cuñado, abogado de familia, en los años 80, pero no había nada en castellano. En un congreso, creo que en el 90, conocí a la esposa de mi maestro Sluzki: Sara Cobb.
Nuevamente un viraje. Porque sentí que la mediación la habían inventado para mí, estaba a mitad de camino entre el derecho y la psicología familiar. Los años de trabajo en la Escribanía, mis pasos por el derecho, la psicología social, la terapia familiar, todo confluía.
En la Argentina recién estaba empezaba a aparecer. No había casi nada en castellano. Creamos, con mi amiga desde los 11 años Poppy McCormack (¡siempre Poppy!), y con Ana Sagario, Miriam Markus y Marta Filipone un Centro de Mediación comunitario gratuito en Castelar, y alternaba terapia, mediación y docencia (siempre en mi vida). Comenzamos a impartir formación en mediación. No había libros en castellano. Tuve que escribir fichas (como se llamaba en aquella época a los artículos) para esos 40 alumnos. Se las envié a Sara Cobb para que opinara. En el 95 fui a Santa Bárbara a realizar una capacitación intensiva con Sara y Carli Sluzki, y la bibliografía que dio Sara eran mis fichas… Ella me convenció para que las publicara, y tuve la suerte de publicar en Paidós, justo cuando salía la colección. Publicar un libro no había estado nunca en mis metas… yo escribía para mis alumnos, sin querer el oleaje me llevó hasta allí… cuando en Paidós me dieron a leer el contrato, no lo esperaba, me sorprendió tanto que lo leí y no entendía nada, la emoción me anulaba, hice alguna pregunta para no parecer tan tonta, salí de la Editorial y me perdí manejando… no sabía dónde estaba.
El libro fue otro viraje.
P. ¿En qué sentido un viraje?
R. Cuando un amigo Leo Schvarstein, me dijo que iba a conocer a muchas personas de diferentes lugares a partir del libro, no comprendí lo que decía. Pero ese libro volvió a cambiarme la vida… me llevo a conocer mucha gente, compartir desarrollos de la mediación en otros lugares, siempre digo que soy argentina, pero un poquito sonoerense. Viajé mucho a México, Chile, España, Portugal, toda Latinoamérica. Esos lugares fueron también mi casa, nacieron nuevas amigas y amigos, de otras profesiones… me enriquecieron
P. Finalmente, ya estás con un pie en la mediación y has hecho mucho camino al andar, cuando haces una retrospectiva, ¿sientes que la mediación cambió mucho en estos últimos 30 años?
R. Sí, no sólo con un pie me catapultó al campo internacional de la mediación. Estoy hablando del año 96, la mediación en Latinoamérica y España estaba naciendo, la estábamos pariendo. Nunca voy a olvidar la recomendación de Raymond Shonholtz cuando Francisco y Gachi presentaron su libro en el 99, nos dijo mirándonos firmemente a los ojos, que éramos los pioneros… y que lo que hiciéramos tendría consecuencias… Recuerdo que sentí un terrible peso, un sudor frío me recorrió el cuerpo y una conciencia de responsabilidad… En esa época habíamos creado con Francisco Diez y otras personas amigas: Mediadores en Red, con el objetivo de unir a todas las mediadoras y mediadores de Argentina y Latinoamérica.
¿Que si cambió la mediación en estos 30 años? Muchísimo. Como psicóloga tuve problemas para trabajar como mediadora, en muchas provincias argentinas exigían y aún siguen exigiendo que el o la mediadora tiene que ser abogado. Me dolió. Muchos psicólogos abandonaron la mediación. Quedé como una de las pocas voces no-abogadas en el ámbito.
Vuelvo a tu pregunta: ¿cambió mucho? Sí y no.
Comienzo por el no. Tanto entonces como hoy encuentro que muchas y muchos mediadores de hoy siguen con ese interés, esa pasión por lo que hacen. Aman lo que hacen. Ese espíritu de fines de siglo, que caracterizó a los pioneros, sigue presente. Esa emoción empática como la llama Goleman, ese interés por el otro, por el bienestar del otro, sigue vivo. Nadie se hace rico como mediador. Los no abogados seguimos en pie, pese a todos los obstáculos en mi país. ¿Por qué? Esto se lo preguntaba Sergio Abrevaya: ¿Qué nos une?, ¿qué nos mantiene? En eso, no ha cambiado. Las y los mediadores somos gente linda. Hoy lo escuchaba a Francisco que decía: buenas ideas, buenas conversaciones y buena gente… Ya está.
En que sí cambió. Nos multiplicamos en forma exponencial. En la primera reunión de mediadores éramos 12 personas, la mayoría mujeres. Ahora somos miles. Se diversificaron los ámbitos de aplicación. Buenas ramas crecieron de ese tronco fuerte y lindo que es la mediación. La gente joven está aportando otras miradas, otras perspectivas.
Un momento difícil en ese trayecto fue adecuar lo que venía de Estados Unidos a nuestras condiciones concretas de existencia. Adecuar los modelos manteniendo lo propio de cada uno, pero adaptándolo a la Argentina y a Latinoamérica. No fue fácil. Pero lo logramos, hubo mucho trabajo entre los autores y colaboración. Nos nutríamos unos de otros.
Otro tema difícil, pero nutritivo, fue la competencia entre los modelos. Creo que en las salas de mediación se utilizan todos, y muchísimas veces en forma integral. Creo que estamos en estos momentos integrando lo mejor de cada uno de acuerdo con los mediados, los mediadores, la temática y el ámbito en que se realizan las mediaciones.
Pero aún falta mucho. Hay tanto para hacer. Falta divulgación, hay que mejorar la formación, y especialmente es necesario realizar investigaciones para identificar y luego fortificar lo que funciona, lo que es operativo y mejorar y/o abandonar lo que no es eficaz o eficiente.
P. ¿Qué consideras que es lo imprescindible? ¿Cuáles son esas claves sin las cuales es imposible llevar una mediación exitosa?
R. Creo que lo más importante es la actitud mediadora, que es una mezcla de curiosidad basada en el interés por las personas; de compasión, en el sentido que le dan los orientales a este término, que sería algo así como emocionarse, vibrar con el otro; de saber escuchar (no de hablar) repito: escuchar; de humildad para no imponer y conocimientos del proceso de mediación y técnicas para poder conducirlas.
P. Tus libros…. ¿hay uno que tenga más significación para ti? ¿Y si tienes en mente alguno que desearías escribir como un mandato imperativo?
R. Cada libro es como un hijo, uno los quiere por motivos diferentes. El primero, que se ha vendido muchísimo y lo siguen reclamando, es el hijo mayor. Inesperado. No fue escrito como libro, fue escrito para mis alumnos. El segundo fue un libro más académico, basado en mayor experiencia, mejor que el anterior, pero si bien se vendió bien, no tanto como el primero. Mi tesis en la maestría se basó sobre la diferencia entre ambos. Ambos están agotados y casi seguro que se reimprimen en México, estamos en eso con Luz de Lourdes. Y El espejo de los mediadores… es el bebé de la familia. Lo escribí en dos meses, en realidad me lo dictaron los personajes, me encantó escribirlo, me he reído y llorado mientras escribía. Me dio muchas satisfacciones. Son los tres diferentes.
Y el cuarto… ahí está… pero será diferente a los otros tres. Es un libro que hace 20 años me hubiera negado a escribir. Es una primicia. Estoy en eso, posiblemente sea un hijo mexicano.
P. Hoy estás abocada a la capacitación en diversos países de América Latina, ¿cuáles son tus claves de enseñanza? ¿Y qué particularidad tiene el enseñar a mediar o habilitar a tus alumnos a llevar mediaciones?
R. Me apasiona enseñar, esa es la clave. Sé que lo hago bien. Aprenden mucho los alumnos. Mientras cursan me odian, porque los hago trabajar mucho, pero después me agradecen.
Antes de la pandemia yo sostenía que los estudiantes a distancia aprendían más que los presenciales. Desde el 2006 que trabajo en formación online. Después de terminar la maestría, en el Congreso en Hermosillo, me senté al lado de un señor, al que no conocía, Eduar Viyamata, que era el coordinador del Master de Conflictología de la Universitat Oberta de Catalunya. Estuve en el momento justo, en el lugar justo y con la persona justa. Y me contrató para trabajar en la UOC. Aprendí una enormidad con el equipo que ya tenía 15 años de experiencia, un acompañamiento pedagógico buenísimo y una plataforma excepcional. Les debo mucho a ellos. El Máster que realicé a principios de siglo, me sirvió para cambiar la cabeza. También juega un papel importante mi aprendizaje en la Escuela de Psicología Social. El rol del docente, la concepción pedagógica y el rol del alumno en la educación a distancia es totalmente diferente a la educación tradicional. Se asemeja a la mediación. Así como en la mediación los mediados son los protagonistas y se trabaja para la autocomposición, en la educación online los estudiantes son los protagonistas y se trabaja por y para la autonomía de ellos. El deuteroaprendizaje o aprender a aprender es la competencia central. Los tiempos se invierten: el o la docente trabaja mucho más antes que durante, aprender a hacer es central y se lleva adelante a partir de las actividades, que son la columna vertebral de la educación online, las evaluaciones son entendidas como aprendizaje, los feedbacks son fundamentales. La preparación es central, debe planificarse, pero al mismo tiempo ser estratégica y debe poder modificarse en función del grupo.
Considero importante poder diferenciar la educación online de la educación tradicional mediada por tecnología o la educación en tiempos de crisis. Valoro mucho lo que realizaron los docentes de todos los niveles, pero no debemos confundir.
Como en muchas cuestiones en la vida, pienso que lo mejor es integrar. El modelo de aprendizaje que prefiero es un híbrido: gran parte a distancia, utilizando plataformas y aplicaciones digitales y una parte del entrenamiento en forma presencial, realizando prácticas.
P. ¿Algo ha cambiado en la forma de enseñar durante la pandemia?
R. Durante esta eterna pandemia, realicé prácticas con Zoom, por ejemplo, construir y trasmitir una historia alternativa, y también lo implementamos con mucho éxito para capacitar a mediadores para mediar online, y ha resultado efectivo.
Es fascinante cuando uno ve a los alumnos mediar, aún en las prácticas en Zoom, es como decir… era verdad. Pero insisto, hay que diferenciar educación mediada por tecnología de educación online.
P. ¿Ahora Marinés en qué está más centrada? ¿A qué dedicas tu tiempo y tu pasión?
R. Si bien nunca había abandonado la docencia, desde el 69 que trabajaba como docente universitaria, me fui centrando en la docencia de mediación y comencé a viajar mucho, en mi país y en el exterior. Primero fui abandonando la terapia, mis pacientes no tenían porqué adaptarse a mis viajes y después poco a poco las mediaciones. En la actualidad estoy centrada en la enseñanza de mediación, especialmente en educación a distancia. Hice una maestría en el 2004, me encantó, además tuve la suerte de ser contratada por las mejores universidades en castellano. Y aquí estoy.
A continuación, te planteo una o dos palabras y me respondes con una frase.
Difícil que te responda con una frase, soy mujer…
La familia
Soy lo que soy gracias a mi familia de origen, mis padres fueron unos genios, mi madre excepcional, y mis hermanos (una psicóloga, el otro escribano, ¿se entiende?), me han acompañado siempre como hermanos disfrutando, compartiendo y compitiendo. La familia que creé es lo más: mi marido me hizo fácil la vida, mis hijos, Solange y Nacho, fueron deseados y siguen siendo mi motor, mi hijastro mi puntal, mis nueras son amigas, las hubiera elegido si mi hijo e hijastro me hubieran dado la opción y sólo puedo decir MIS NIETOS, así con mayúscula.
El amor
Se llamó y se llama Raúl, a casi 10 años de su partida, sigo encontrándolo en todos lados, como dice Serrat en Esas pequeñas cosas, por ejemplo, acá, en esta hoja de papel.
La vida
Cuando uno llega a los tres cuartos de siglo, mira hacia atrás y lo que siento es: valió la pena… he sido una afortunada… la volvería a vivir, creo que no cambiaría nada, aún los momentos muy dolorosos que viví me ayudaron. Pido un bis.
Tu mayor locura
Cuando Nacho era chiquito, una mañana vino a mi cama, casi llorando y me dijo que había tenido una pesadilla, me contó que soñó que yo me volvía loca, y cuando le pregunté por qué me volvía loca, me miró con su carita de sorpresa y me dijo: Por la mediación má.
Tu toque de sabiduría
La relación con mis amigas y amigos… de cada etapa de mi vida he cosechado una amistad, en cada país tengo lugares que son como mi casa. Sí, definitivamente: amigas y amigos, son lo más.
Gracias amigo, ¡me has hecho llorar con tantos recuerdos! [T]