viernes, marzo 24, 2023
REVISTA INTERNACIONAL DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS, MEDIACIÓN, NEGOCIACIÓN Y DIÁLOGO
PUBLICACIÓN TRIMESTRAL DEL INSTITUTO DE MEDIACIÓN DE MÉXICO

ENTREVISTA / CECILIA RAMOS MEJÍA: “La mediación no es una moda, sino una necesidad de supervivencia”

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CECILIA RAMOS MEJÍA, MEDIADORA ESCOLAR ARGENTINA

Hablar con Cecilia Ramos Mejía resultó siendo un largo viaje que trasciende y enriquece a la mediación, y que coloca al centro del tránsito de la palabra al ser humano

Risa, serenidad y humanidad. Estas tres palabras pueden ser consideradas en el caso de Cecilia Ramos Mejía como la argamasa del pórtico de su personalidad. Rió y con sonoras carcajadas, cuando se le preguntó si hallaba entre ella y Cristóbal Colón, Marco Polo o Juana de Arco, alguna identidad oculta; luego confesó que tal vez con Marco Polo, para descubrir y tener siempre en frente un horizonte huidizo, que al acercarse a la vez se le aleja. Serenidad, ni su rostro, ni sus ademanes, ni su voz rebelan una tormenta interior imbatible. Ella transmite un enorme sosiego conquistado, no a capa y espada, sino en base a “propiocepción” como pasión. Y humanidad, rebosa humanidad y tal vez por eso tiene un ojo escrutador que la hace ver que, en esta situación de extrema urgencia como la pandemia del coronavirus, donde muchos seres humanos están solos y aislados, dejaron brotar desde el centro de sus almas grandes gestos y actitudes solidarias.

PREGUNTA. Cecilia Ramos Mejía no es el lugar común de una mediadora, hay mucha creatividad y compromiso con la convivencia pacífica, por ejemplo, con tu libro El viaje mágico de Anselmo, pero también con el programa de mediación escolar que emprendiste y formaste a más de dos mil alumnos en mediación…

RESPUESTA. Es cierto, formé cientos de docentes a lo largo y ancho de la Argentina y en otros países de habla hispana, pero quisiera aclarar que los 2.000 niños y adolescentes mediadores, no los capacité personalmente sino los educadores multiplicadores, lo cual no quita que haya tenido una excelente experiencia al acompañar a algunos docentes formando a sus alumnos. Esto me permitió observar con la facilidad y entusiasmo con que los educandos se transformaban en mediadores y asumían su función de pacificadores, con gran responsabilidad, llevando el nombre de mediadores escolares como un título honorífico. También fui testigo de la transformación personal muy profunda que ocurría en los docentes al convertir a sus alumnos en mediadores. Hay un antes y un después en sus vidas, no sólo profesionales, sino y sobre todo, personales.

P. ¿Dónde encuentras la inspiración para emprender tus libros, proyectos y tu práctica mediadora?

R. Mi inspiración la encuentro en la necesidad que siempre tuve de compartir lo que considero valioso y, en este caso, en el programa de mediación escolar con el que trabajo, que no solo consiste en experiencias y ejercitaciones, sino también en fundamentaciones pedagógicas, filosóficas, espirituales y neurocientíficas. Otra motivación fue la identificación con mi misión como pacificadora y con mi visión de una educación para el siglo  XXI, sustentada  sobre todo en la creencia  de una identidad  del ser humano en su esencia, formando parte de un ser universal trascendente.

P. Un largo recorrido el tuyo, lleno de retos, logros y premios, como el más reciente reconocimiento que obtuviste en el XV Congreso Mundial de Mediación, ¿te sientes plena o todavía quieres emprender muchas otras aventuras en el campo?

R. En lo profesional me siento plena, lo cual no quita que sigo aprendiendo como investigando nuevos caminos. Dejar que la vida me siga sorprendiendo es una actitud que me gusta alimentar.

P. En el campo de la mediación, ¿te ves más como Cristóbal Colón, Marco Polo o Juana de Arco? ¿O tienes otra figura?

R. (Risas) En cuanto a mi identificación con algún personaje me hubiera gustado ser Marco Polo, para vivir viajando como descubriendo nuevas rutas y horizontes.

Hay una costumbre que tenía mi padre, y heredé de él, ponerles nombre a objetos y hasta ¡apellido a las mascotas!

Asocio a la pregunta una coincidencia que me lleva a comentar la siguiente anécdota: hace unos años, manejando en una autopista, yendo detrás de un camión que tenía un cartel donde decía “Marco Polo”, pensé: “Ese es el nombre para mi nuevo celular”… ¿Casualidad? ¿Coincidencia? ¿Quién lo sabe…?

P. ¿Errores y aciertos en tu camino como mediadora? ¿Qué aconsejarías que hagan y no las nuevas generaciones de mediadores?

R. Los errores los atribuyo (en parte) a mi carácter apasionado, que puede llegar a inhibir a personas con las que me contacto dando clase, en una conferencia, en otros contextos, cuando me doy cuenta de que voy por ese camino suelo decir: No estoy enojada, estoy apasionada, pero reconozco que, en algunas circunstancias, me descubro enojona. Sin embargo, cuando me siento muy frustrada y/o enojada estos estados duran poco tiempo, como un fósforo que se enciende y pronto se apaga. Hace muy poco tiempo acepté una frase con la que me aconsejaron: Que tu luz sirva para iluminar y no para quemar.

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Hace muy poco tiempo acepté una frase con la que me aconsejaron: ´Que tu luz sirva para iluminar y no para quemar`”

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También quiero comentar que uso estas dificultades como recurso de aprendizaje, integrándolos a mis clases, por ejemplo, si estoy tratando el tema de la escucha empática o del lenguaje no proyectivo de las emociones, ante las dificultades suelo decir: En estos momentos, cuando les pedí que apaguen los celulares y no lo hicieron, me siento con miedo de que no se cumplan las expectativas tanto de ustedes como mías y esta situación es frustrante para mí. El resultado es mágico. Casi inmediatamente se revierte la situación y el aprendizaje se profundiza.

En cuanto a los aciertos, quiero mencionar una metáfora compartida con las personas que trabajo, conectada con el personaje de Marco Polo, que quizás sirva para las nuevas generaciones de mediadores. Se trata de la actitud de llevar siempre la mirada hacia el horizonte, de tal manera que, al avanzar, éste se vaya alejando. De tal manera que permita seguir caminando igual ante las dificultades que puedan presentarse, con la atención dirigida hacia él, de modo que sea posible tener la capacidad de trascenderlas, sin amilanarse con la creencia de que cuanto más abarcadora sea la misión y visión con las que nos identifiquemos, más fortalecidos estaremos.

Otro acierto que creo válido para compartir es tener la intención de seguir siempre profundizando en el autoconocimiento, desarrollando la “propiocepción” del pensamiento, o sea de la capacidad de estar muy consciente de los propios pensamientos y emociones, en la vida en general, y en particular en el desempeño profesional.

Finalmente, creer que estás cumpliendo con un rol trascendente, al servicio de un plan universal, cada cual con lo que sienta de manera genuina, que se concrete, por ejemplo, en ser pacificadores planetarios, latinoamericanos, nacionales o comunitarios.

P. ¿Alguna vez sentiste que la comunicación no alcanza para resolver un conflicto y asegurar una convivencia pacífica? ¿Hay un perfil de personas que te irrita pero te contienes?

R. Digamos que siempre hay comunicación, en el caso de la mediación estaríamos hablando de una comunicación asertiva que es la base del entendimiento entre las personas. Cuando pienso en la comunicación pongo la mirada sobre todo en la escucha empática y quiero agregar que me estoy refiriendo a ser puente para crear una comunicación amorosa, desde el corazón, compasiva, una escucha que tiene la intención gestada en la interioridad, de ayudar a ese otro que es un reflejo de mi mismidad, sin explicitarla.

También creo que hace falta una actitud de humildad, tomando este término en su acepción latina, humilitas, relacionada con el humus de la tierra, de donde surge la vida. Me estoy refiriendo a la actitud de recibir los dolores, los miedos y las dificultades de los que están siendo escuchados como un regalo.

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“Debemos recibir los dolores, los miedos y las dificultades de los que están siendo escuchados en la mediación como un regalo

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Las personas con las que yo me irrito cuando capacito son aquellas que expresan: “no es posible/ es muy difícil / pero… o “con esas familias… ¡qué se puede esperar!”. Comienzan derrotados, justamente cuando el objetivo es que colaboren como instrumentos pacificadores.

Me sentí impotente y frustrada ante dichos límites mentales para salir de la zona de confort, a pesar de haber intentado por muchos medios, como recurrir a la información de ciencias duras, más que nada, para cuestionar creencias limitantes y diversos recursos didácticos, durante muchas horas de trabajo, en ocasiones entre 60 y 80 horas reloj y volver a encontrarme con los “pero…”.

Me doy cuenta de que en esas ocasiones carezco de tolerancia, pero también me sirve saber que uno siembra y no tiene ni idea dónde germinarán esas semillas … y cuando me entero de brotes que germinaron, en ocasiones en lugares impredecibles, me lleno de alegría y agradecimiento. En esas ocasiones me salva mirar al horizonte y soltar el control en la medida de mis posibilidades.

P. Eres maestra y profesora de filosofía, tocando esa fibra, ¿qué significado tiene para ti la mediación?

R. Mi formación filosófica siempre fue un soporte sólido. Me estoy refiriendo a una visión de la identidad del ser humano como formando parte del Ser, de la Vida, con sus múltiples expresiones. La creencia en la Unidad, el Amor, como la energía que todo lo Une, como opuesta al miedo, que todo lo separa.

Esta visión implica la colaboración y la unicidad como soportes de toda existencia. Esto significa que todos somos uno en el amor, entendiendo por amor, la energía potentísima que une a todo lo que existe entre sí.

Hace más de veinte años enseñando mediación escolar en la provincia de Tierra del Fuego de nuestro país, en el extremo más austral del planeta, recuerdo diciéndole a los docentes que la mediación no era una moda, sino una necesidad de supervivencia. Siempre consideré la mediación como una forma colaborativa de relacionamiento, más allá de que lo sea para transformar los conflictos.

P. El filósofo español Fernando Savater decía que los maestros debían ser suicidas, es decir, ofrecer sus conocimientos para que luego sus alumnos prescindan de ellos y se valgan por sí mismos, ¿también ésta debiera ser la perspectiva de la mediación?

R. Estoy totalmente de acuerdo con Savater, pero no me gusta el término “suicida”, pues le atribuyo una connotación trágica. Me siento más identificada con un árbol al que le crecen ramas, frutos y flores, que cambiando de estaciones se van muriendo con el otoño e invierno y vuelven a florecer llegando la primavera en lugares muchas veces imprevisibles y desconocidos.

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Tu enfoque en la mediación

Es fundamentalmente el enfoque apreciativo, donde lo más importante no es llegar el acuerdo, sino reconocer lo positivo de cada “parte” y transformativo en cuanto al cambio de las historias y la elaboración de una historia en común a través, entre otras herramientas, del sistema de preguntas del Metamodelo de la Programación Neurolinguística. En cuanto a la didáctica para analizar el conflicto, recurro a la visión de la Escuela de Harvard.

Tres claves mediadoras para compartir

Humildad. Compasión. Empatía.

Un paisaje entrañable

Una playa muy agreste, a unos 500 Km. al sur de la capital de Buenos Aires, llamada «Rocas Negras».

Tus libros de cabecera en mediación

Comunicación no violenta de Marshall Rossemberg, Alcanzar la paz de William Ury y El despertar del águila de Leonardo Boff.

Tu palabra sagrada

Fe.

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