El 31 de julio de 2020 se creó en la Defensoría General de Lomas de Zamora el Observatorio para el Buen Convivir. Marca un camino promisorio para fortalecer el tejido social.
- Por Eduardo Germán Bauché, Doctor en Derecho. Jefe de la Defensa Pública de Lomas de Zamora – Buenos Aires, Argentina. Docente – Investigador. Fundador de los Congresos Latinoamericanos de Justicia Restaurativa.
- Por Susana Daracca, Psicoanalista. Excoordinadora del Área Pericial de la Defensa Pública de Lomas de Zamora. Investigadora del Observatorio para el Buen Convivir.
- Por María de los Ángeles Pesado Riccardi, Magister en Educación. Especialista en Infancias y Adolescencias. Coordinadora del Observatorio para el Buen Convivir. Fundadora de la Fundación Latinoamericana de Justicia Restaurativa Objetivo 16.
En el año 2021 pusimos en marcha el Observatorio para el Buen Convivir, creado durante el año 2020 con la certeza que existen muchas prácticas sociales de buena convivencia, fruto de pactos sociales, de políticas públicas, de gestiones grupales formales (como ongs o asociaciones civiles) o no formales; pero también de gestos, valores y actitudes individuales con enfoque comunal. Pensamos y queremos confirmarlo que convivir bien asegura un buen vivir y una sociedad pacífica. Ese buen vivir al que espiramos todos y muchas veces equivocamos el cómo, es fruto de la buena convivencia. Sabemos que el ser humano está llamado a ella y que existen ejemplos seguramente loables.
La sociedad que hoy nos toca habitar, regida por el discurso neoliberal tecnológico, globalizador, generador de una realidad que afectó en forma drástica el equilibrio social, dejó a familias y comunidades excluidas de su contexto socio-económico habitual, instalando un horizonte sin muchas expectativas. Esto reafirma que la vulnerabilidad se produce en el terreno de las condiciones materiales de existencia y las relaciones sociales y de poder.
Que aun cuando los derechos, la libertad y la igualdad de todos los individuos están reconocidos por el propio ordenamiento jurídico en abstracto, es en el contexto sociohistórico particular donde se debería poner en juego y en la realidad no están dados. Hay un número cada vez mayor de individuos que no pueden acceder al conjunto de garantías y libertades ofrecidas por el derecho. El discurso capitalista ha debilitado el lazo social, ya que el imperativo de consumir solo requiere del lazo con el objeto, prescinde del vínculo con el otro, y produce eternos insatisfechos de lo obtenido.
Lo virtual, en tanto imaginario, ganó terreno en desmedro de lo simbólico, y la violencia pasó a ser el síntoma del malestar en nuestra cultura. Podemos decir entonces que este discurso globalizante construyó una subjetividad propia de esta contemporaneidad; que se encuentra sufragada por una política y biopolítica, y despliega una estrategia que se traduce en acciones utilitarias en pos de sus intereses. Pero como todo intento de totalización tiene sus poros, siendo por estos poros que quienes nos resistimos a quedar atrapados en este discurso, aprovechamos para introducir un nuevo significante: El Buen Convivir, con el compromiso ético y deseo de producir un efecto, un discurso diferente, que posibilite re-instaurar el lazo social y construir una sociedad atravesada por la cultura de la paz.
Con las tensiones propias de la arena social y política de las instituciones estatales emprendimos un camino largo y difícil, pero también gratificante, tanto en los resultados positivos obtenidos en el hacer cotidiano, como también en los momentos en que proyectos que durante mucho tiempo pertenecieron al campo virtual se concretan y convierten en hechos reales. Uno de ellos fue, cuando el 31 de julio de 2020, creamos en la Defensoría General de Lomas de Zamora el Observatorio para el Buen Convivir, resultante de un trabajo interdisciplinario e intersectorial que se viene realizando desde hace ya varios años, en un permanente interactuar con diferentes instituciones, tanto del campo de la educación, salud, acción social, derechos humanos, pertenecientes al orden nacional, provincial, municipal y ONG, en su accionar en redes comunitarias. Este trabajo de campo permitió recopilar distintas experiencias que posibilitaron visualizar las contradicciones reales del sistema judicial, detectar las problemáticas que obstaculizan una eficaz implementación de justicia, y contemplar la complejidad de una realidad que escapa a los paradigmas dominantes, cuyos saberes establecidos por las diferentes disciplinas, analizan la realidad que construyeron previamente como ya sabida.
“En este contexto nace el Observatorio, como un instrumento esencial dentro de la lógica de trabajo que venimos sosteniendo desde el inicio de la gestión como Defensor General”
Trabajo que se hizo posible por el compromiso de un equipo conformado por operadores jurídicos cuya posición subjetiva, formación humanística, y convicción filosófica, de justicia y practicas restaurativa, se convirtieron en los compañeros de ruta hacia la transformación de las tareas diarias. Como fruto de este trabajo toma cuerpo la estructura del Observatorio, y el delineamiento de su objetivo fundamental, en el que todo nos sentimos identificados: Ser participe en la construcción de una sociedad justa, pacífica, solidaria, inclusiva y fraterna en las que el goce de los derechos humanos pueda ser una realidad efectiva, objetivo que lleva implícito una justicia operante del buen convivir, ampliando así los márgenes epistemológicos y conceptuales de la justicia.
Somos consciente que alcanzar este objetivo en su plenitud es una utopía, en tanto Ideal irrealizable, pero no es en esta característica de su conceptualización donde ponemos el acento, lo ponemos en la función esencial de la utopía, que a nuestro entender es, la de operar como ideal, punto de fuga al horizonte, brújula que marca un camino, y nos guía en la especificidad de las acciones a realizar para aproximarnos a ese ideal: el buen convivir. Buen convivir que conceptualizamos como una estructura social, en la que el pacto de convivencia entre los integrantes de la comunidad en su relación entre sí, y con el medio ambiente que los rodea, se fundamente en valores, actitudes y comportamientos esenciales y determinantes en la construcción de la cultura de la paz. Estos elementos esenciales de la estructura del Buen Convivir, pensamos que son y proponemos corroborarlos.
- Respeto: implica el reconocimiento del otro como un sujeto diferente a uno, con una realidad que le es propia, determinada por la marcas de su propia existencia, historia y circunstancias que lo hacen singular. Se erige así la premisa primera: Aceptar la dignidad de las personas como tal, sin prejuicios, ni discriminaciones, sin juzgar, ni etiquetar. Respetando su identidad existencial, comprendiendo el contexto socio-cultural que le es propio. Premisa que debe ser sustentada por el dialogo, que restaura un registro simbólico, dándole a la palabra un lugar de privilegio. Que es posible si se establece a través de una escucha atenta y en estado de ignorancia por parte de quién escucha, que obliga a la pregunta, para saber si lo que se cree entender es lo que el otro quiso decir, evitando darle un sentido propio al decir del otro. Tratando de acotar el poder discrecional de la palabra estructural al acto del decir, que suelen formar barreras en la comunicación, y ser fuente del malentendido.
- Solidaridad, considerada en sus tres niveles: comunitaria, social, y política. Diferenciándola de la caridad y el asistencialismo, que si bien son acciones necesarias dirigidas a sujetos en estado de extrema vulnerabilidad, dejan al sujeto a quien va dirigida la acción en estado de pasividad. La solidaridad, en cambio, requiere del compromiso activo de todos lo sujeto implicados en el acto solidario.
- Fraternidad considerada en sus tres dimensiones fundamentales: comunitaria, afectiva y práctica.
- Justicia social: implica promover el respeto igualitario de los derechos y obligaciones de cada ser humano en determinada sociedad. Incentivar el desarrollo de las personas dentro de la sociedad, para que alcancen un bienestar socio-afectivo; un nivel de educación que les garanticen proyectar un futuro; un buen nivel en el cuidado y la promoción de la salud, y en el respeto de sus derechos. Fomentar la integración y la protección de los más vulnerables, para caminar hacia una sociedad más justa y equitativa. Estos elementos esenciales son los que posibilitaran el pasaje de una sociedad que se caracteriza sintomáticamente a través de la violencia a un lazo social que se manifieste en un buen convivir.
El Observatorio se transforma así en la herramienta apropiada para gestionar un conocimiento que contribuya a una mejor administración de justicia, mediante estudios y análisis pertinentes que nos permitan arribar a diagnósticos de las problemáticas de interés general, que desencadenan en conflictos que afectan a las personas de nuestra comunidad. Y nos oriente a crear y proponer modificaciones en políticas públicas eficaces y acordes a las necesidades reales de la sociedad. Consideramos que alcanzar este objetivo solo es posible promoviendo el diálogo, la participación, como canales de captación de conocimiento, acordando así con Nonaka (1991), cuando dice que la información a la que están expuestos los individuos puede considerarse como conocimiento potencial; éste se transforma en conocimiento explícito cuando se combina en el contexto y con la experiencia. Fundamentándonos en la gestión de conocimiento, como el conjunto de experiencias, saberes, valores, información, percepciones e ideas aportadas por los diferentes operadores sociales, surgidas de las propias experiencias cotidianas, para evaluar e incorporar nuevos conocimientos. Partiendo de la revisión de nuestra práctica desde una mirada crítica, en el previo estudio, registro y análisis de la situación y evolución de una temática determinada.
Lineamientos del Observatorio
Con el objetivo de sistematizar las experiencias, que implica descubrir y analizar la lógica del proceso vivido, los diversos factores que intervinieron, cómo se relacionaron entre sí, y porque se resolvió de una determinada manera, con el propósito de extraer una enseñanza y comunicarla. Destacando así tres características principales de la sistematización: a) Ordenar y reconstruir el proceso vivido, b) realizar una interpretación crítica de ese proceso, c) extraer aprendizajes y compartirlos. Esta sistematización posibilita la centralización de datos, la delimitación de la complejidad social y un diagnóstico de la problemática.
En este lineamiento la actividad investigativa estará basada en una ciencia empírica analítica, que posibilite la creación de un conocimiento que interprete los conflictos en el contexto mismo dónde se manifiesta. Construyendo un saber con sensibilidad social, que permita el diseño de estrategias eficaces y herramientas para dar respuesta a una sociedad que demanda, que las resoluciones de conflictos se realice de manera más justa y equitativa, en pos del bienestar del ser humano. Para alcanzar los objetivos propuestos el observatorio diseñó las siguientes áreas de trabajo: a) Gestión de conocimiento: basado en la observación y detección de situaciones conflictivas de interés social; b) Sistematización de las experiencias, conexión de gente/organizaciones que aporten una experiencia; c) Investigación, en el marco de una gestión de conocimiento, basado en una ciencia empírica analítica; d) Promoción de buenas prácticas, donde pensamos a la socialización de las buenas prácticas como una verdadera herramienta transformadora para una nueva cultura de la convivencia pacífica fundada en el diálogo, el respeto y la solidaridad, con el fin de promover la participación ciudadana y el acceso a la justicia, pero evitando la judicialización; e) Capacitación y formación; y f) Publicación y difusión.
Las acciones del Observatorio están determinadas por su propio objetivo. Es en el marco de esta misión que se ubican el Área de Publicación y Difusión de las investigaciones y la sistematización de los proyectos realizados, cuyo objetivo es reconstruir e historizar experiencias concretas e inscribir y difundir alternativas de gestión. Constituyéndose el Observatorio, a través del área de publicación y difusión, en una matriz comunicacional en las redes de trabajo interinstitucional, con la finalidad de que la información aportada incida en la toma de conciencia, participación crítica de los operadores sociales, y permita desarrollar mecanismos de acción institucional con un rol proactivo en la participación de transformación social hacia una cultura de la paz. Desarrollándose proyectos, estrategias de mayor eficacia en la organización y gestión para mejorar la vida social y la de los ciudadanos de esa comunidad. Se propone la difusión como una acción cooperativa, solidaria, cuya estrategia de interacción amplia los propios límites de las instituciones participantes, que legitime una mayor eficacia en su accionar de gestión política local o comunitaria.
Entonces, se define al Observatorio como una estructura cuya actividad consiste en detectar problemáticas sociales, recopilar información de un sector de la comunidad, hacer el diagnóstico de situación, y producir informes que permitan incidir en el diseño de estrategias eficaces en la resolución de conflicto y orientadas a intervenciones en el contexto comunitario que interpelen el discurso imperante impuesto por un capitalismo globalizante, insertándole el germen del buen convivir en pos de un futuro con una perspectiva transformadora, fundamentada en la filosofía restaurativa, como eje y motor de la dignidad humana, que posibilite re-instaurar el lazo social y construir una sociedad atravesada por la cultura de la paz.
Sabemos que todos tenemos aspiraciones a vivir bien, que no debemos confundir con el vivir mejor, propio del paradigma desarrollista, con el que se identificó un capitalismo devastador, que no le aportó al ser humano un mejor vivir, que muchas veces llevó a la destrucción masiva, y cotidianamente a la frustración. Prueba de ello es la crisis ambiental, alimentaria, energética, financiera y de valores en la que hoy se encuentra la humanidad. El vivir mejor hizo que olvidemos lo esencial, pero ante el surgimiento de la declaración universal de los derechos humanos, que instaló un nuevo escenario, donde el ser humano como ser conviviente y social, ocupó el centro de la escena, abrió nuevas perspectivas, un modo diferente de estar en el mundo.
Este nuevo horizonte que se abre para las comunidades, fundado en un nuevo paradigma exige, aprender, saber, y disfrutar del buen convivir, ética que tiene como finalidad construir relaciones de convivencia pacífica, entre seres humanos y entre estos y la naturaleza. Nos enfrentamos al desafío de dar un vuelco de timón para proyectar un futuro más justo y equitativo donde todos tengan la posibilidad de un buen vivir y convivir. Convencidos que los aportes que favorecen a la paz y la convivencia pacífica terminan permeando en los seres humanos es que invitamos a las personas comprometidas con la cultura de paz a sumarse a esta iniciativa. [T]