lunes, junio 5, 2023
REVISTA INTERNACIONAL DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS, MEDIACIÓN, NEGOCIACIÓN Y DIÁLOGO
PUBLICACIÓN TRIMESTRAL DEL INSTITUTO DE MEDIACIÓN DE MÉXICO

Semblanza de Jorge Pesqueira Leal

Más leídos

Una vida dedicada a sembrar la cultura de paz en el mundo

Jorge Pesqueira Leal está marcado por su lugar de nacimiento: Cananea, la cuna de la revolución mexicana; luego él iniciaría la suya, aunque de signo contrario, la revolución por la paz, el servicio y la justicia social

  • Por Laura Quiroz Colossio

Directora Académica del Instituto de Mediación de México y Especialista en Negociación y Mediación.

“Vivir es más que andar una ruta”, escribió Amalia Ortiz Aub en la dedicatoria de Mediación asociativa y cambio social, en coautoría con Jorge. Parafraseándola, se podría decir que él recorrió muchas rutas, pero siempre anduvo por un mismo camino.

Cuando en México se habla de mediación, de justicia restaurativa, de mecanismos autocompositivos de solución de controversias, de propuestas de ley que contemplen acceso a la justicia para todos los estratos y para solucionar las diferencias de forma pacífica, de construcción de paz o de obras altruistas, indudablemente viene a la mente la figura de Jorge. Fue y continúa siendo un luchador incansable para que todos los mexicanos/as tengamos a la mano formas inclusivas, rápidas y efectivas de resolver los conflictos. Cuando en Latinoamérica se hace referencia al Instituto de Mediación de México o a los congresos de mediación, invaden a nuestra memoria más de dos décadas de recuerdos de mediadores, negociadores y conciliadores, formados en todos los ámbitos, conviviendo y compartiendo, bajo un rigor académico y metodológico, que los lleva no solo a conocer modelos o a desarrollar habilidades y técnicas, sino a experimentar un proceso de desarrollo personal pleno al compartir y generar nuevas ideas como estrategias sobre la mediación, la justicia restaurativa y otras expresiones de justicia autocompositiva.

Los congresos, nacionales y mundiales, iniciados en 2001, primero en México y luego en países de tres continentes, tuvieron su origen en la idea de Jorge de generar un espacio en el que expertos/as, interesados/as y curiosos/as pudieran confluir y ser parte de esta historia subyugante. El Instituto de Mediación de México y la Universidad de Sonora, con el tiempo y un gran equipo de colaboradores, se convirtieron en el foro para la difusión, el estudio, la investigación, el intercambio de experiencias, así como la incubadora de proyectos exitosos, propuestas de modificaciones a diversas leyes y pronunciamientos, que configuran el tan anhelado sueño de justicia real y cambio social que Jorge, de forma progresiva y con la suma de diversos esfuerzos va materializando como el arte de lo posible.

Toda esta labor le significó, a lo largo de su vida, muchos reconocimientos, dentro y fuera de México, pero destaca de manera muy especial la cátedra Nelson Mandela. Tal vez porque ambos hombres tienen la íntima convicción de que después de escalar una alta montaña, hay muchas otras montañas por escalar.

En la Cuna de la Revolución

¿Quién es Jorge? Lo que conocemos de él a través de la mediación es una estela de un cometa de amplia cabellera. Ve la luz por vez primera en un pequeño pueblo llamado Cananea. Un pueblo minero ubicado al noreste del estado de Sonora, en México, lugar donde se sucedió un acontecimiento histórico: la Huelga de Cananea en 1906, donde más de dos mil trabajadores mexicanos exigieron a sus patrones equidad con los trabajadores extranjeros, tanto en los salarios como en el trato de la producción minera. Este evento selló la historia de México, porque después se sucedieron varias insurrecciones que marcaron el inicio de la Revolución Mexicana. Desde entonces, Cananea es nombrada Cuna de la Revolución.

Jorge nace en una familia bien integrada, donde les fue inculcada la idea que estudiar y trabajar no deben hacerse por obligación, sino como una oportunidad de crecimiento, dignificación y que, en el curso de los años, resulta siendo gratificante. Y además motoriza un sentido a la vida.

Quienes conocieron a Jorge durante su infancia sonríen como recuerdan con asombro su creatividad y su ingenio, curiosamente siempre ideando qué hacer para ayudar a los demás. Cuando cumplió cinco años ingresó a la escuela primaria y desde entonces, ya en el salón de clases, arma su primera revolución sumando ideas para ayudar a quienes más lo necesitaban. En ese tiempo, invariablemente, colectaba alimentos o ropa. En su inquietud, experimentó las consecuencias de una época caracterizada por la férrea disciplina en el salón de clases aplicada por los docentes, pues Jorge destacaba respecto de la “normalidad” imperante, por lo que sus maestros le suministraron todas las formas de corrección utilizadas en la época. Su mayor problema era que hablaba, hablaba y seguía hablando –rasgo que hasta la fecha perdura–; sin embargo, esto lo puso incluso en riesgo de expulsión de la escuela. Terminó su educación primaria sobreviviendo a mil travesuras, peripecias y castigos.

Jorge llegó al mundo en una familia maravillosa, donde fue el esperado segundo hijo, terminando siendo diez vástagos. En reconocimiento a sus padres y a propósito de la familia, en una de sus tesis de posgrado escribió la siguiente dedicatoria: “A mis padres, Roberto y Margot, guías luminosas de mi existencia y creadores de una familia de armonía y felicidad.”

Lleno de contrastes, se habla mucho de lo riguroso que es Jorge en su autocuidado; aunque goza de la fama de que desde pequeño fue intrépido y de que la adolescencia la vivió en una ciudad fronteriza con los Estados Unidos, jamás sucumbió a la tentación de consumir tabaco, ingerir alcohol o cualquier tipo de drogas, conducta con las que es congruente hasta la actualidad.

A los diez años, comentaba a quien lo escuchara, que “el cuerpo es nuestro templo, que si lo cuidamos y protegemos significa que nos queremos y que solo es bueno ingerir alimentos que nos nutran”. Esta filosofía la practica hasta el presente. Esta directriz se debe al ejemplo de sus padres, quienes le inculcaron principios, valores y virtudes típicos de un católico practicante, incluso en su adolescencia, estremecido por las injusticias sociales y la pobreza espiritual, llegó a pensar en el sacerdocio, aunque su vida dio un giro radical al ingresar a la universidad.

El amor por el estudio y el trabajo le fue inculcado igual que a sus hermanos y hermanas en el seno de la familia, así que a los once años era tiempo de trabajar. Cursaba la secundaria y gracias al nivel socioeconómico en el que creció, don Roberto, su padre, abrió una zapatería para que junto con su hermano René, se adentrara en la actividad del comercio. Gracias a su dedicación, en solo tres años, el negocio floreció y les permitió incursionar en otro emprendimiento, ya con recursos propios, abrieron una cafetería típica de la época, pero luego llegó el momento de pensar en la universidad. La intención de sus padres era que estudiara la licenciatura en negocios del lado norte de la frontera de México, pero Jorge pensando en la justicia decidió estudiar derecho en una universidad pública, la Universidad de Sonora.

Jorge ingresó a la universidad en una época de gran efervescencia ideológica. En un solo salón confluían todas las ideologías y el tema central del discurso en el aula era la injusticia social. Desde el primer año se confrontó con el México real, para entonces era un ávido lector, y entre las obras en las que profundizó fueron las del filósofo Friedrich Nietzsche. A los 16 años, comentan sus amigos, realizó el ejercicio de transvaloración de los valores con los que fue educado (según propone el filósofo alemán para llevar adelante una revolución moral) y comentan con gran alivio que, para bien de todos, coincidió con los valores aprendidos en su familia, en particular con el del amor al prójimo, que se cristaliza en la caridad, la humildad, la sencillez y la misericordia.

A partir de entonces se ocupó con más intensidad del servicio a sus semejantes, incluso en cierto periodo experimentó la necesidad de vivir y comprender la vida en pobreza en carne propia, pues nunca había experimentado carencias, ni económicas ni emocionales y menos espirituales, así que el ambiente en el que se encontraba como joven universitario le permitió experimentar la sensación de vivir libre de condicionamientos sociales. Razón por la que renunció a sus beneficios familiares y decidió desde su nueva condición desarrollar todo su potencial. En congruencia con sus ideas, Jorge decidió tener solo lo indispensable para vivir, al punto de considerar que si el calzado no lo era podía prescindir de él, por este motivo, durante un buen tiempo, realizó todas sus actividades descalzo. Por un tiempo, decidió desempeñar los oficios más básicos, por ejemplo, como ayudante de albañil; pero eso no significó que descuidara ninguno de sus estudios.

Transcurridos dos años, durante los cuales realizó constantes servicios comunitarios y participó activamente en los movimientos estudiantiles, decidió viajar al estado de Guerrero y convivir durante un tiempo con un grupo armado. Ahí conoció la piel y el alma de la injusticia social, los extremos socioeconómicos de su país y el clamor por la necesidad de cambio social. Hasta que al fin su vida tomó un cauce de normalidad.

Jorge hace un alto en el camino para reflexionar sobre su futuro, estaba por concluir el tercer año de la carrera de derecho, así que estaba en tiempo de definir qué hacer durante los próximos cinco años. Entonces se comentó sobre los ajustes que hizo a su apariencia física, caracterizada por una muy larga y rizada cabellera rubia, con una camiseta estampada con calaveras, con pantalón tipo indio Tomahawk y botas del viejo oeste, pero eso sí, con un cerebro bien afinado. Decidió que se prepararía para convertirse en investigador, docente, ejercer la profesión y, sobre todo, dar rienda suelta a su espíritu de servicio en congruencia con el dicho de que hechos son amores y no buenas razones.

 Estaba convencido de que, para evitar convertirse en víctima de la alienación cultural, era necesario profundizar en su autoconocimiento y evitar que se atentara contra la autonomía de su voluntad, su dignidad y los principios que daban sentido a su existencia. Entre las decisiones de servicio a la comunidad que tomó fue la de fundar, con un grupo de compañeros y compañeras, el bufete jurídico gratuito de la Universidad de Sonora, que hasta la fecha continúa ofreciendo sus servicios. Y logró que las autoridades les proporcionaran un espacio físico, nada menos que en el emblemático edificio del museo y la biblioteca de la Universidad de Sonora.

 Asimismo, se prepara para inmediatamente después de concluida la carrera de abogacía, continuar estudios de posgrado en España, por lo que creó todas las condiciones requeridas para que sus méritos le permitieran continuar con sus proyectos, obtuvo las becas necesarias para solventar sus futuros estudios, a la vez que logró con su apariencia de hippie en una sociedad conservadora, ingresar a uno de los espacios jurídicos de más prestigio del país. Ahí tuvo la oportunidad de tener acceso a casos jurídicos complejos en materia civil, familiar, penal y mercantil. Para encararlos una vez más su creatividad como su ingenio fueron clave.

___________________________________________________________________________

Nunca militó en ningún grupo extremista ni tampoco en algún partido político, ni se sometió a ideología alguna, ni buscó puestos en la administración pública

___________________________________________________________________________

Desarrollo intelectual y académico

Desde la primera etapa de su carrera, Jorge se interesó por el estudio del ser humano en todas sus dimensiones y cuando cursó la materia de criminología encontró que esta vía era un cauce y la oportunidad para estudiar a las personas y sus conflictos; pero desde las conductas más severas, aquellas que vulneran los valores más significativos como la vida y la libertad, esto independientemente de la condición socioeconómica de los criminales. Entonces decidió que, al concluir sus estudios de licenciatura, se formaría como criminólogo en la institución de mayor reconocimiento de la época, el Instituto de Criminología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Entre los 20 y 24 años se formó en España y realizó los estudios equivalentes al Doctorado en Criminología y resultó siendo el primer latinoamericano en obtener el grado más alto en la materia. En la UCM también estudió el Doctorado en Derecho y, a la vez, la Especialidad en Sociología Política en el Instituto de Ciencias Políticas de Madrid.

Posteriormente, estudió el Doctorado en Sociología en Argentina, la Maestría en Seguridad Ciudadana en México y, en 2016 obtuvo en España, el grado de Doctor en Problemas Básicos del Derecho Penal y la Criminología, obteniendo el CUM LAUDE como el máximo reconocimiento al mérito. Todo esto sin contar diversos diplomados y especialidades vinculados en particular a la solución pacífica de conflictos. Por último, de manera autodidacta, profundizó en temas de filosofía y, con gran avidez, en la neurociencia.

Gracias a sus conocimientos de criminología tuvo la oportunidad de crear y dirigir organizaciones cuyo objetivo está orientado hacia la readaptación social, y estudió fenómenos tan complejos como la delincuencia organizada o la criminalidad de cuello blanco. En este contexto, a lo largo del presente siglo, desarrolló programas que se diseminaron en México y otras naciones como Italia y Argentina, como es el caso de reclusos forjados como mediadores pacificadores pares, contribuyendo a mejorar la convivencia en las cárceles de alto riesgo donde se aplica.

Concluidos sus estudios en España regresa a México y debido a su vertiginosa preparación, se le abrieron múltiples oportunidades, pero estaba decidido a que su vida no dependiera de la decisión de otras personas, independientemente de su jerarquía y, sobre todo, a privilegiar la docencia, la investigación, el libre ejercicio de la profesión y el servicio a la comunidad.

Es así como Jorge avanza con éxito en todos los proyectos que emprende y paso a paso, hasta la fecha, tiene la característica de cumplir todo lo que se propone, y como él comenta, el factor clave es siempre el amor incondicional por el estudio y el trabajo.

Para Jorge no existen los sábados, los domingos o los días festivos, él siempre está de juerga entre los libros y las hojas blancas donde escribe sus ideas, porque gracias al estudio como al trabajo logró alcanzar sus metas, convirtiendo sus ideales en realidad palpable. Él continuamente expresa que lo distintivo del ser humano respecto de las demás criaturas vivientes es su capacidad de transformar el mundo y de transformarse a sí mismas. Esto se consigue cultivando dos virtudes: trabajar y estudiar.

Como resultado de sus hábitos y de su intensa vida intelectual, Jorge escribió una vasta obra que se ramifica en la filosofía, la criminología, el derecho, la sociología y la mediación; pero toma una elevación y vibración singular en los congresos de justicia restaurativa, los foros y los encuentros de análisis, pero sobre todo en los veinte congresos nacionales de mediación y los dieciséis congresos mundiales de mediación celebrados en América, Europa y África, convocando a mediadores de todo el mundo.

Esto no solo es demasiado, sino que resulta siendo épico.

Trabajar por el prójimo

En algún momento y por diferencias ideológicas con el Rector, Jorge se retira de la Universidad de Sonora, lo que da pie para que empiece a ejercer su carrera, y así también puede dar continuidad a uno de sus mayores anhelos: ayudar a los más necesitados sin importar su credo, género, edad o condición. Y sin esperar nada a cambio.Solo por el hecho de pensar que al cruzarse con alguien vulnerable y carenciado, tiene la oportunidad de influir positivamente en su vida, en pequeña o gran medida, y dignificar sus condiciones de vida. De esta manera empieza la larga lista de sus obras benéficas que, hasta ese momento, se venían realizando por algunas damas o por grupos que perseguían ciertos objetivos y eran selectivos con la gente y su asistencia. Jorge, además de las obras benéficas, encabeza colectas para recabar alimentos y otros movimientos sobre temas de interés común, siempre que sean por el bien de la sociedad. Destaca su ayuda a los grupos de migrantes, a las personas víctimas de contingencias ambientales graves, donde personalmente ha coordinado y garantizado que las ayudas lleguen a quienes realmente las necesitan. 

Entre las instituciones que creó para dar ayuda a los alcohólicos y los débiles mentales que deambulaban por las calles, a los niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia intrafamiliar, a los jóvenes adictos a las drogas, a los adultos mayores víctimas de abandono familiar, así como apoyo integral a personas privadas de libertad, principalmente a través de programas que les brindan un proyecto de vida y reinserción social, se encuentran el Comité de Colaboración Comunitaria de México (Residencia de Integración Humana, Casa Hogar Todos Somos Hermanos, Casa Hogar Madre Teresa de Calcuta y Villa Paraíso); la Comisión de Protección y Asistencia del Menor (Ciudad de los Niños, La Casa de los Muchachos, el Centro de Mediación Familiar y Comunitario).

_____________________________________________________________________________

Entonces dio continuidad a uno de sus mayores anhelos: ayudar a los más necesitados sin importar su credo, género, edad o condición. Y sin esperar nada a cambio

_____________________________________________________________________________

En este sentido, Jorge es también presidente de Organismos no Gubernamentales del Estado de Sonora, del Patronato de Reinserción Social del Estado de Sonora, de la Comisión de Protección y Asistencia del Menor, del Comité de Colaboración Comunitaria de México, del Instituto de Mediación de México, de la Academia Mexicana de Justicia Restaurativa y Oralidad, vicepresidente de la Red Nacional de Posgrados en Derecho, consejero del Centro de Evaluación y Control de Confianza del Gobierno del Estado de Sonora, presidente del Instituto Nacional de Ciencias Jurídicas y Sociales, secretario General de Centro Internacional sobre Estudios de Democracia y Paz Social y fundador del Instituto Mexicano de Investigación, Capacitación y Desarrollo Humano.

A principios de la década de los ´90, Jorge, después de retornar de Argentina, dio inicio a la que hasta hoy es una gran obra de ayuda a nivel no solo de Sonora o México, sino de Latinoamérica, la Ciudad de los Niños –espacio imaginado por él caminando en alguna calle de Buenos Aires durante una madrugada estival–, una obra que brinda un hogar a niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia intrafamiliar, bajo la figura de padres sustitutos en veintidós casas. La Ciudad de los Niños está pensada –en la concepción de Jorge– para desarrollar las tres instancias del ser humano: allí la vida de sus habitantes transcurre bajo el cuidado de su desarrollo físico, intelectual y espiritual.

La Ciudad de los Niños abre sus puertas en 1995, cuenta con oficinas administrativas, centro educativo para cursar preescolar, primaria y secundaria, iglesia, parque, canchas deportivas, servicios médicos, banco de alimentos y ropa, así como las propias casas y los espacios para el esparcimiento. Los niños, niñas y adolescentes son valorados y asistidos por psicólogos como por trabajadores sociales, a quienes como parte de su formación integral se les asignan tareas tanto del hogar como comunitarias y acuden a la escuela de forma regular.

Otro anhelo de Jorge, durante muchos años, fue poder construir un espacio (con algunas similitudes a la Ciudad de los Niños) para dar cobijo a las personas de la tercera edad. Luego de un tiempo quedó concretada Villa Paraíso, una comunidad para ancianos desvalidos, abandonados o enfermos, que son atendidos por profesionales de salud física, emocional y psicológica. Todas las obras –algunas de las cuales preside, aunque todas supervisa– fueron construidas gracias al liderazgo, la voluntad férrea y la honestidad de Jorge, así como a su habilidad para aglutinar a la sociedad y motivarla para colaborar en su construcción.

Retorno a la vida académica

En 1992, Jorge acepta incorporarse a la Universidad de Sonora como Coordinador del Posgrado en Derecho, pues percibe en esa experiencia la oportunidad de reencontrarse con su alma mater, poner a su disposición la sólida formación que le proporcionó, sobre todo, para ayudar a generar expertos que ejerzan la profesión con el más elevado nivel profesional y así servir a los justiciables. Él comenta que su paso por la Universidad de Sonora ha sido una labor de servicio a la comunidad, así que de inmediato y a lo largo del tiempo, instrumentó programas de diplomados, especialidades, maestrías y doctorado, constantemente convocó a coloquios, foros, congresos, y al establecimiento de servicios como la Unidad de Mediación Familiar y Comunitaria. Después de una importante y reconocida trayectoria realizada por 28 años, siente que siempre estará agradecido con la Universidad de Sonora por la oportunidad que le brindaron para impulsar diversas iniciativas.

El espíritu de la mediación asociativa

La visualizó como una gran oportunidad para, por un lado, que la sociedad tenga acceso y forme parte de la solución de sus conflictos, a la vez que los mediadores experimenten aprendizajes y coadyuven a mejorar la convivencia al interior de las familias, los barrios, los espacios de trabajo, las escuelas y, por otro lado, para que tengan acceso a la justicia los más pobres y necesitados, pero no a procesos largos y onerosos, sino a procesos efectivos, con menos costo y esfuerzo, y con acuerdos que beneficien a las partes en el conflicto.

Jorge considera que la pobreza y la extrema pobreza de miles de millones de personas en el mundo y de cientos de millones en América Latina, es consecuencia de la injusticia social que, si bien es inmemorial, tiene actualmente varios rostros, siendo uno de ellos la falta de acceso de los justiciables a los tribunales, en particular de los más vulnerables.

El acceso a la justicia adversarial en México, como lo estable el artículo 17 constitucional, es gratuito. Pero el sistema no responde a los reclamos de justicia que terminan por convertirse en un silencio estremecedor. Esto sacudió a Jorge y lo llevó a reflexionar sobre la posibilidad de que sociedades discriminadoras, excluyentes y donde se violenta la dignidad de las personas, la justicia puede ser democratizada para que todos/as tengan acceso a la ley, sin factores que la obstaculicen y que la única condición sea la voluntad de las partes para solucionar su conflicto a través del diálogo.

Comprometido con la justicia social y la mediación como una vía para alcanzar la paz, fue desde la última década del siglo pasado, el artífice y el líder, junto con un gran equipo de trabajo, para que la mediación se convierta en México y más allá de sus fronteras, en el principal procedimiento de la solución autocompositiva de los conflictos, en particular en sede judicial, pero también en todos los contextos de orden público, privado y social. La mediación que deseaba llevar adelante debía trascender la concepción tradicional, es decir, que deje de ser considerada como una simple procedimiento de solución colaborativa de disputas, para edificar un nuevo modelo.

Bajo esta impronta maduró a lo largo de los primeros años del presente siglo, un modelo de mediación denominado Mediación Asociativa, enfocado en la filosofía del nosotros, superador del yo, ese yo caracterizado por el egocentrismo y su afán depredador, que invariablemente procura lo suyo sin importarle la situación de los demás, salvo que obtenga beneficios de estos y, en última instancia, si cede, lo hará precautelando el beneficio propio.

La Mediación Asociativa es un movimiento social orientado a generar conciencia entre los intervinientes para que con espíritu fraternal trabajen sobre su conflicto puntual y profundicen en las causas generadoras que subyacen a las relaciones interpersonales cotidianas, pero que impactan decisivamente sobre el contexto.

De la importancia de la Mediación Asociativa da cuenta Mediación asociativa y cambio social. El arte de lo posible, libro elaborado desde el nosotros y escrito en sinergia entre Jorge Pesqueira Leal y Amalia Ortiz Aub, como si se tratara de una sola mente reflexionando, procurando mantener el equilibrio y la igualdad de género. Desgraciadamente, Amalia fallece en 2013.

La Mediación Asociativa convierte el procedimiento de la mediación en una experiencia vivencial, donde los protagonistas del conflicto, desde el nosotros, descubren y comprenden las cualidades positivas inherentes a todas las personas y desarrollan habilidades sociocognitivas que forman parte del  bagaje genético de los seres humanos y logran construir de manera sinérgica la agenda de sus problemas, valoran la importancia de su relación, indagan sus verdaderos conflictos y construyen soluciones estables como duraderas.

Jorge está convencido de que la proliferación de la Mediación Asociativa, principalmente en espacios socializadores como la familia, la escuela y la comunidad, contribuye al fortalecimiento de la democracia, generando conciencia sobre el respeto a la dignidad de cada persona y a sus derechos fundamentales; pero, sobre todo, para empoderarlos como actores y constructores de una mayor igualdad social, es decir, contribuir a la generación de condiciones para exigir y reclamar aquello que por derecho natural le corresponde a cada persona.

En cuanto al movimiento mediador, lo concibe a través de personas asociadas y comprometidas con el bienestar de sus semejantes, como una comunidad de paz, cuya filosofía sea hacer algo sustantivo por sus entornos sociales, es decir, una filosofía activa que genere cambios, crecimiento y produzca un salto cualitativo en lo social y espiritual.

Colofón

El filósofo español, Fernando Savater, escribió que la ética no se aprende en el catecismo ni recitando los diez mandamientos, que a ser ético se aprende siguiendo el ejemplo de personas éticas. Lo inspirador resulta siendo siempre y en todas las latitudes los valores encarnados. Esta no es la regla en la sociedad, por eso resulta imprescindible destacar cada excepción feliz cuando aparece y como un relámpago en el firmamento despierta las conciencias y alumbra la noche con su particular luz.

Jorge Pesqueira Leal es esa excepción feliz, que desea en su generosidad, su compromiso y afán existencial, no ser una excepción sino parte de la regla, de una mayoría feliz y armónica.

Esto no es solo loable, sino que nos devuelve a la íntima y esperanzadora confianza en la condición humana.

Una barca, dos remos

Jorge Pesqueira Leal fue pionero en activar el movimiento mediador y de justicia restaurativa en México. Ambos movimientos hoy despliegan un gran dinamismo y contribución a la sociedad

El movimiento mediador. Recién iniciaba la década de los ´80, Jorge ya reflexionaba sobre la importancia de la mediación en el marco de los conflictos internacionales. Entonces se encontraba estudiando Derecho Comparado en España y tuvo la primera aproximación al tema cuando debió profundizar sobre solución de conflictos pacíficos entre naciones, en particular, en la conferencia internacional de La Haya de 1899. Una década después, se reavivó su interés cuando realizaba una investigación sobre cultura y alienación en Buenos Aires. En esos años nació el movimiento mediador para crear condiciones de acceso a la justicia en la Argentina, básicamente para despresurizar el sistema de justicia, culminando con la entrada en vigor –en el ámbito federal– de una Ley de Mediación obligatoria.

A su regreso de Argentina, Jorge, ya en la Universidad de Sonora, como miembro de la comisión redactora de la Especialidad en Derecho y Psicología de la Familia, incorporó en 1992 la materia de mediación familiar como obligatoria. A partir de ese momento inició un movimiento de alto espectro en México, que culminó con la fundación del Instituto de Mediación de México el 28 de octubre de 1998. Entonces inició el proceso de formalizar el movimiento mediador y, a la vez, en la Universidad de Sonora se impartía el Diplomado en Mediación, iniciando de esta forma una alianza entre el Instituto de Mediación de México y el Sistema Nacional de Seguridad Pública. En aquel momento, el Director de la Academia Nacional del Sistema era el doctor Miguel Ángel Soto Lamadrid y, en esa misma fecha, se establecieron los contactos con la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia, logrando que desde 1998 se capacite a los mediadores de los Tribunales Superiores de Justicia, la primera ocasión fue en el estado de México. De esta forma, Jorge avanzó y logró que en 1999 se convoque a un Diplomado Nacional de Mediación en Sede Judicial con una duración de 300 horas, siendo Querétaro el estado anfitrión.

En la larga hoja de ruta de institucionalización de la mediación en México, una página memorable está escrita por el estado de Quintana Roo que, aunque contaba con una Ley de Justicia Alternativa, tomó en 2002 la decisión de enviar un equipo de profesionales al Instituto de Mediación de México en Hermosillo, para formar a su primera promoción de mediadores en el sistema de justicia.

El movimiento de justicia restaurativa. Desde que Jorge profundizó en el estudio de la justicia restaurativa sostuvo que su apropiación por el derecho penal resulta siendo solo un suceso –relevante en la evolución del sistema en general–; pero donde lo fundamental radica en la democratización de la sanación del espíritu humano en la familia, la escuela, la comunidad y en todos los ámbitos de convivencia en el planeta –más allá del derecho–. El movimiento de justicia restaurativa que Jorge guía en México, se ocupa en principio de la sanación del delincuente y el rescate de la víctima; pero, sobre todo, de la concepción de justicia como epicentro de todos los valores que, además de dar a cada quien lo suyo, significa respetar de cada persona lo que le es inherente como ser humano. En ese sentido, la restauración desde la justicia implica que las personas involucradas en distintos conflictos logren alcanzar el equilibrio emocional, cognitivo y espiritual.

Artículos Recientes