Las capas tectónicas de la geopolítica mundial están en constante movimiento. Todo parece estar en estado líquido y gaseoso. La posibilidad de callejones sin salida y caídas es una posibilidad cierta.
- Por Manuel Ernesto Bernales Alvarado, Politólogo y Administrador Público. Presidente del Consejo Nacional del Ambiente del Perú hasta su conversión en Ministerio. Antiguo Funcionario de la Unesco-Oficina de Ciencia.
Vivimos en la primera mega pandemia mundial del siglo XXI. Hubo otras que terminaron por una mezcla del ciclo natural de la enfermedad y la intervención humana dirigida por los estados.
Empresas privadas o estatales verdaderos complejos dinámicos dominantes interterritoriales, científicos y tecnológicos, de comunicaciones, comercio e industria farmoquímica, tienen la fuerza para imponer sus decisiones o que se las tome debidamente en cuenta, con excepción de Estados de partido único o de un poder político centralizado, como por ejemplo en Asia Pacífico.
Dos son las principales causas atribuidas a esta variante SARS, mutante denominada Covid-19 y su difusión indetenible hasta hoy. Una, humana, institucional, técnica, con o sin intención de ingenio de daño o destrucción masivo. Es indiscutible que no se tiene control suficiente para dirigirlo hacia objetivos precisos y que causen daño a quien lo usa o colateralmente a la población de su entorno.
La otra causa, enarbolada por ambientalistas, ongs y movimientos de protesta y reivindicación, unos anticapitalistas y otros no, unos particularistas, otros con discursos más generales, es atribuida a la degradación ambiental de diversos ecosistemas invadidos por actividad humana, desde muy sofisticadas e intensivas en capital técnico científico y financiero, sustitución de bosques naturales o usos no degradantes del entorno natural, hasta las acciones de los muy pobres o “condenados de la tierra” para su diaria sobrevivencia subestándar, en tierras, mares, lagos y ríos.
Al romperse los delicados equilibrios entre ecosistemas naturales y entre estos y los creados por el indetenible crecimiento demográfico y sus impactos negativos, desaparecen los controles naturales sobre agentes patógenos y pasan a habitar en los humanos con el riesgo y daño consiguientes.
Los estados pesan y pisan
Esta pandemia ha afectado a todos los Estados de la estratificación internacional del poder. La principal potencia militar y varios de sus aliados están tan afectados como sus adversarios. Mientras tanto, las profecías, sueños, visiones e ideologías de un nuevo mundo por venir, chocan con hechos y procesos de siglos acelerados luego de las dos guerras mundiales, la implosión de la Unión Soviética, la declinación de la economía de la mega cuenca atlántica, el crecimiento de la mega cuenca del Pacífico.
Estas realidades condicionan y en casos determinan la declinación del multilateralismo limitado instituido principalmente por las potencias aliadas, se expresa en los miembros permanentes con derecho de veto del Consejo de Seguridad de la ONU. Hay un creciente multilateralismo por la pertenencia a la Organización Mundial de Comercio e instituciones asociadas, al Foro Económico Mundial, la OECD y tratados de libre comercio entre Estados aun políticamente muy diferentes, grupos de Estados con intereses regionales convergentes pero también divergentes, caso de Asia Pacífico y Océano Índico.
Este multilateralismo tiene fundamento y fines económicos: nadie quiere quedar atrás en el crecimiento mundial por más desigual y combinado aunque no se le denomine subdesarrollo. Esta rápida transformación de actores y fuerzas mundiales de la globalización económica es causada también por emergencia o redespliegue de nacionalismos y etnicismos, incluidos indigenismos de variado cuño, aunque es observable que también son efecto o condición de posibilidad de su existencia.
Las migraciones y los refugiados, así como graves guerras internas e internacionales cada vez con más involucramiento de potencias mayores y medias, deben ser comprendidos en este panorama complejo. Obedecen a limpiezas étnicas, fenómenos climáticos extremos que parecen inseparables del creciente calentamiento global y cambio climático y otros factores como es principalmente la incapacidad de Estados, sociedades políticas y sociedades civiles de encauzar los conflictos con orden, legalidad y monopolio legítimo de la fuerza. Son Estados desbordados, en crisis casi terminal o en proceso de inviabilidad y atimia (término que emplea Gustavo Lagos Matus en su Estratificación internacional y países subdesarrollados para referirse a naciones que caen en vez de mejorar). Esto pinta migraciones en África, Asia y América Latina.
A paso marcial
Las industrias que matan, las militares, siguen creciendo en los cinco continentes y también los negocios de producción y venta de armas convencionales. Este multidesarrollo de industrias militares está alcanzando formas y grados insospechables de tecnología, de capacitación de personas, grupos e instituciones que las usan, venden y hacen propaganda en su favor.
La pandemia no da tiempo para saber y tener juicio sobre los ingenios militares con y sin tripulación submarinos, de superficie, de tierra y del aire hasta las sondas y sistemas de armas espaciales. Quien tiene estos medios necesita recursos para alimentar a sus operadores y pueblos con seguridad, para curarles y para protegerles de esta pandemia u otros males. Por ello, sus Estados se mueven y seguirán actuando con la primacía del interés y objetivos nacionales y el multilateralismo limitado, realmente existente.
Mientras tanto hay quienes reformulan opciones de política internacional y exterior de tipo no alineamiento activo que apela al antecedente de los No Alineados que aún existe en la ONU, nacido en el período de la descolonización de África y Asia, de los esfuerzos por la paz a través de la ONU en plena Guerra Fría, despliegue nuclear y reconstrucción de Europa Occidental, el Japón y luego el surgimiento de los Tigres asiáticos, el respaldo de la China de Mao y de la URSS, en competencia, a movimientos, partidos y Estados anti coloniales.
Las industrias con base en investigación y desarrollo continuos inseparables de creciente y mejor educación de los pueblos concernidos también se extienden a campos como el entretenimiento, la cultura y el turismo interno e internacional. Eso se ve con claridad en estados pequeños en territorio y población con alta intensidad de conocimiento y gestión como Israel, no solo en grandes o medianos como China, Rusia, India, Japón.
En nuestro continente, por causas diferentes tenemos parecido perfil si vemos Canadá, USA, México, Brasil y Cuba, esta última sin el turismo estaría sin medios de pago esenciales, además de las transferencias que recibe de aliados políticos e inversionistas extranjeros y de las remesas de cubanos en el exterior.
Trama espinosa
Los cambios nacionales y mundiales en el Estado y el poder tienen en la cultura y las religiones un factor de aceleración. También operan como factores de continuidad. No pocas veces entran en choque. A veces producen mezclas. En lo tocante a la pandemia, puede comprobarse que movimientos locales, regionales, tradicionalistas o de nuevo cuño, así como creencias, iglesias fundamentalistas e integristas, suelen estar en oposición a un manejo desde las alturas del Estado o la regulación de la OMS y sus Oficinas regionales como la OPS en nuestro continente.
La respuesta de los gobiernos está yendo desde la propaganda en favor de sus medidas, hasta el control policial y la represión de conductas desviantes que caen en ilegalidad. Pero a la vez, muchos de esos creyentes, de varias religiones e iglesias, son pobres o muy vulnerables y para sobrevivir no tienen sino el refugio en la informalidad y en su caso ilegalidad.
Millones de personas no pueden quedarse encerradas; no tienen agua para lavarse las manos con frecuencia; y para mal comer necesitan asistencia, solidaridad o salir a buscarse el pan de ayer. Pero la cosmovisión, plataforma o visión del Ejecutivo fue en un primer momento crítico, pensada o diseñada para sectores que las encuestas denominan A, B y C +.
Finalmente, desde la inconducta de poderosos o autoridades supremas o subnacionales en muchísimos Estados, no solo en el Perú, –y en no pocos se ha actuado con la ley penal de modo pronto y eficaz, lo que no ocurre aquí, desde el inicio de la pandemia se han visto conductas impropias, desviantes, irracionales, irrespetuosas, prepotentes y delincuenciales para hacer lo que esas personas quieren y eso sigue con fiestas y reuniones masivas que se detectan, disuelven y vuelven a ocurrir en Estados, de varios continentes, donde se juntan negatividades.
Política y ética
Hoy sigue primando la política del poder desde niveles sub nacionales hasta internacionales. No se ha logrado construir polética en esos niveles (unión de política con ética). La polis, lo sabemos, no puede existir sin ética. Tampoco las empresas, las sociedades, las sociedades civiles, los Estados, las sociedades multiestatales regionales y la misma ONU. Desde entonces se ha tratado de edificar no solo la democracia como ideal histórico concreto, sino superar el hambre, la enfermedad, la violencia y guerras.
Pero no seamos ingenuos: hay empresas tecnológicamente avanzadas que no solo negocian en turismo espacial, sino que preparan a sus vástagos para que colonicen otros ecosistemas cuando ya les convenga.
A escala internacional y también en Estados nacionales se hizo un esfuerzo de promoción humana, de seguridad y de desarrollo humano en un ecosistema global humanizado, no depredado. Veamos todas las declaraciones y decisiones del sistema de las Naciones Unidas y preguntémonos qué impacto negativo tienen esta pandemia que no cesa y la ausencia de la ética en esa construcción para la supervivencia del género humano en su Casa Común. [T]